Marcelo Javier Neira Navarro
La noción de patrimonio es compleja. Esto obliga a constituirla. Digamos es necesario acercarse a los posibles elementos que la constituyen. Patrimonium, por ejemplo, en una de sus tantas acepciones, sería la palabra originaria del latín, que significa todo lo que una generación transmite a la posteridad. Este carácter transmisible, otorga a la idea de patrimonio una dimensión dinámica. Esto es, en constante reconstrucción; y esta propia dinámica, a su vez, origina la segunda dimensión, que es la de su subjetividad. Es decir, tantos los grupos como la variedad de individuos le otorgan sus propios significados.
En consecuencia, sobre la idea de patrimonio convergen distintas miradas. Y, por cierto, en este interés convergen del mismo modo varias disciplinas del saber humano: Historia, Arquitectura, Arte, Sociología, Antropología, Geografía, entre otras.
Considerando el desarrollo que ha tenido la historiografía social, sus avances teóricos, metodológicos y temáticos, parece preparada para el abordaje de aspectos relacionados a la idea patrimonial. Lo cierto es que Historia, el Patrimonio e Identidad constituyen una relación virtuosa.
La historia, incluye la historiografía, en términos de la forma en ella se escribe, pero también incluye las distintas temáticas u objetos de estudios; además hay que agregar la preocupación, digamos, el sentido del “para qué” se realiza el ejercicio mismo de recordar. En este último sentido, si bien la memoria es el acto de recordar, también es un derecho que tiene cada sociedad, grupo o individuo, para develar sus recuerdos o memorias en el espacio público y en el privado. Y aunque la memoria se debate entre el recuerdo y el olvido, lo importante es que se recuerda por algo. Y este acto valorativo, es el que convierte al recuerdo, a la memoria, en patrimonio (Neira Navarro, Marcelo, Memoria y patrimonio fotográfico de Purranque, Editorial grafitti, Fondo Nacional de Desarrollo Regional, 2% Cultura, Purranque, 2017ª). Es decir, la memoria es tal, en la medida que hay que valorar.
El patrimonio es posible dado una serie de consensos que permiten a las personas, grupos y sociedades enteras, suscribir ciertos hechos pasados y presentes susceptibles de recordar. Aunque también en la idea de patriomonio tienen espacio ideas futuro. A hechos pasados, presentes y futuros, en consecuencia, se los puede convertir en identidad.
El patrimonio es un fenómeno que viene desde las más antiguas civilizaciones, aunque también hay patrimonios actuales (José Llull, Evolución del concepto y de la significación social del patrimonio cultural, en Revista Arte, Individuo y Sociedad, 2005, N° 17, págs. 175-204). Mientras que la identidad es un fenómeno típicamente moderno que se configura a partir de las primeras unidades políticas estatales, más ligadas a la construcción de identidades nacionales (Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo, Alianza editorial, Madrid, 2001; Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, Fondo de cultura eco-nómica, México, 1994).
Lo identitario como patrimonio exclusivo de los Estados nacionales se mantuvo por lo menos hasta la mitad del siglo XX (Ministerio de Educación, Cuadernos del Consejo de monumentos nacionales. documentos de Icomo, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Consejo de Monumentos Nacionales, Santiago, 2015). Pero los desastrosos resultados de las guerras mundiales, provocan una reacción sistémica interestatal a través de las Naciones Unidas, que impulsó la valoración de la idea de “patrimonio material”, principalmente orientado a lo monumentario o por ejemplo, lo arquitectónico (UNESCO, Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, 15, http://unesdoc.unesco.org/images/0013/ 001325/132540s.pdf, 20 de julio de 2016).
A partir de la segunda mitad del mismo siglo XX, el concepto de patrimonio logró evolucionar hacia la idea de “patrimonio cultural inmaterial”. Y actualmente, se postula una profunda interdependencia entre el patrimonio material, natural y el patrimonio cultural inmaterial. De hecho, la UNESCO define el “patrimonio cultural inmaterial” como,
“…los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes y que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana” (UNESCO, Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, París, 17 de octubre de 2003, URL. http://unesdoc.unesco.org /images/0013/001325/132540s.pdf, 2).
Complementariamente, el sistema interestatal ha procurado impulsar una política que tiende hacia la consolidación del patrimonio cultural. De nuevo, según la misma UNESCO,
“Existe el peligro de que ciertos elementos del patrimonio cultural inmaterial mueran o desaparezcan si no se contribuye a su salvaguardia. Salvaguardarlos requiere la transferencia de conocimientos, técnicas y significados (…) la salvaguardia se centra sobre todo en los procesos inherentes a la transmisión o comunicación del patrimonio de una generación a otra, y no tanto en la producción de sus manifestaciones concretas…” (UNESCO, ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?, URL., http://www. corporacionfidelsepulveda.cl/archivos/temas-de-interes/Patrimonio-cultural-Unesco.pdf, p. 8.).
De este modo, durante todo el siglo XX, la idea de patrimonio que dominó tuvo que ver exclusivamente con objetos materiales, como construcciones, objetos tecnológicos e instrumentos variados; pero ya a fines del mismo siglo, irrumpe la idea de patrimonio cultural inmaterial y al amparo de ésta, a partir de 2003, la propia UNESCO creó el Programa Tesoros Humanos Vivos (THV). Este Programa que se debía insertar en los sistemas nacionales, ha tenido tres objetivos esenciales que son, “…preservar los conocimientos y las técnicas necesarios para la representación, ejecución o recreación de elementos del patrimonio cultural inmaterial de gran valor histórico, artístico o cultural”. Para eso, SIGPA, actualmente privilegia la preservación de “Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo”, “Tradiciones y expresiones orales”, “Usos Sociales”, “Rituales y actos festivos”, “Técnicas artesanales y rituales”.
El segundo objetivo es que aparte del reconocimiento público, se debían adoptar medidas,
“…en forma de ayudas o subvenciones especiales a favor de los Tesoros Humanos Vivos, de manera que puedan asumir sus responsabilidades en la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial que les corresponda”. Y, por último, el mismo sistema “…debería alentar también a los jóvenes a adquirir los conocimientos y las técnicas requeridos para interpretar o recrear elementos del patrimonio cultural Inmaterial, proporcionándoles el reconocimiento y la audiencia del público a escala comunitaria, nacional o internacional” (UNESCO, Directrices para la creación de sistemas nacionales de “Tesoros Humanos Vivos”, http://www.unesco.org-/culture/ich/doc/src/00031-ES.pdf, p. 4).
En Chile, THV originalmente fue un programa dependiente de la Unidad de Patrimonio Cultural del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA). Luego pasó íntegramente al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP).
Y es el MINCAP, por medio del Sistema de información para la Gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial (SIGPA, https://www.sigpa.cl/) una antigua unidad encargada de poner en valor el reconocimiento que el Estado chileno otorga a personas y comunidades portadoras de manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial de alta significación para el país y las comunidades locales. También incorpora expresiones que presentan riesgos para su continuidad, por su carácter oral o porque se están extinguiendo simplemente (Gobierno de Chile, Portal patrimonio.cl, URL., http://portalpatrimonio.cl/te soros-humanos/). El mismo programa promueve su registro, transmisión y salvaguarda, fomentando la pluralidad y diversidad cultural de la comunidad nacional (UNESCO, Directrices para la creación…, Op. Cit., pág. 4). En torno a estos objetivos se habían definido las categorías de Cultor colectivo, Cultor individual, Fiesta popular, Lugar gastronómico y Recinto patrimonial. El nuevo Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio progresivamente ha estado tomando el control de todos estos temas que habían permanecido algo dispersos y los ha ido haciendo variar sensiblemente.
Señaladas las alternativas anteriores, se puede sostener de manera hipotética que, en todos los territorios del país, incluido por cierto el territorio de San Juan de la Costa, el centro espiritual de la cultura williche o cunco, concurren tanto, fenómenos geográficos como históricos culturales y sociales que determinan una infinidad de fenómenos identitarios, en donde se pueden develar procesos de larga duración, los que incluyen además, los 500 años de fenómenos, económicos, políticos, sociales y por cierto culturales que ha vivido la cultura williche hasta la actualidad.