El programa de la Unesco sobre los Tesoros humanos vivos, iniciado en 1993, se pretende destacar a los individuos que poseen habilidades y técnicas necesarias para producir determinados elementos de la vida cultural de un pueblo o grupo social y mantener así la existencia de su patrimonio cultural inmaterial. El saber y las habilidades se transmiten generacionalmente. En las artes interpretativas, la música, el baile, el drama, el teatro, los ritos, etc., el acto mismo de la creación y de la interpretación no tiene forma física, son obras intangibles. Y lo mismo podría decirse respecto a las lenguas, instrumentos de comunicación, pero factor también de identidad de los grupos humanos. El objetivo del programa de tesoros humanos vivos es el de que cada Estado miembro de la Unesco trate de preservar las destrezas y las técnicas para la manifestación y transmisión de las expresiones culturales que cada Estado considere más significativas. Como se sabe, en 1999 la Unesco puso en marcha la distinción Obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Y en París, en el 2003, aprobó la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Documento en el que el patrimonio inmaterial se define de la siguiente manera: “Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas…que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentido de identidad y continuidad” (2003. Art 2.1).