Marcelo Javier Neira Navarro
En el territorio williche o kunko siempre existió una enorme variedad de explotaciones de oro. Este artículo tiene como objetivo presentar de manera general, parte de la literatura que se refiere a las faenas del mineral de Ponzuelo, ubicado en el sector de Riachuelo, Comuna de Río Negro, Provincia de Osorno, Región de Los lagos.
El trabajo es un recorrido casi cronológico en la revisión de algunos de los muchos libros, documentos y fuentes escritas que hablan sobre estas faenas de Millantue (montaña de oro) también como fue conocido en clave williche. El trabajo recopila argumentos en torno a la producción de oro y procura mantener la ortografía de los documentos de época.
Desde el siglo XVI el moderno sistema mundial se expande desde Europa a buena parte del mundo. Se trata de la “economía-mundo” o “sistema mundo” que por medio del capitalismo abarcará progresivamente cada vez más áreas del globo, constituyendo mercados dependientes y explotados por Europa, un centro geográfico demandante. Nuestro sistema educacional sigue enseñando que este proceso se trató de un “descubrimiento”. Pero ésta solo es una interpretación hegemónica, dada la existencia de civilizaciones y organizaciones sociales a nivel regional y local.
La población de “descubridores” y “conquistadores” que invadió el Nuevo Mundo, buscó un rápido enriquecimiento a costa de cualquier sacrificio personal, pero especialmente de unos sujetos, de unos “indios” que ni siquiera tenían “alma”, por lo que resultaban dignos de ser explotados (Véase discusión del Padre Bartolomé de Las Casas y Gines de Sepúlveda). Hasta la muerte si resultaba necesario. Y enriquecerse significó apropiarse de todo. De las mujeres indígenas. De los hombres. De la tierra naturalmente. Pero muy especialmente del oro y la plata.
Y este último fenómeno si bien fue generalizado, impactó principalmente en nuestra región desde que se inició la conquista. En la zona de Purranque y Río Negro existieron una interesante producción de oro.
Desde aproximadamente 1544, fecha en que Juan Bautista Pastene toca costa a la altura de Purranque, fundó lo que hoy día se conoce como caleta San Pedro y luego concurre a fundar la ciudad de Valdivia.
A partir de este momento, grupos de españoles se harán presente en la zona hacia el norte y sur de Valdivia, avanzando y retrocediendo alternativamente de acuerdo a la resistencia indígena.
Siempre ávidos de oro, descubren al sur de Osorno lo que buscaban. Se trató del lugar reconocido actualmente como “las minas”, originalmente Millantue o Ponzuelo, lugar ubicado cercano a la localidad de Riachuelo, comuna de Río Negro, Región de Los Lagos.
Se supone que esta fue una faena a tajo abierto en donde los hombres litaralmente lavaron el cerro. La fecha de inicios de la explotación de las minas de Ponzuelo, no es segura. Pudieron haber comenzado después de la muerte de Valdivia (1553), probablemente hacia 1560 y las ganancias debieron ir a parar a la Corona española través del impuesto llamado “quinto real”. Aunque Juan Egaña, en un estudio publicado a comienzos de siglo XIX, adjudica la propiedad de Ponzuelo a las encomiendas de Pedro de Valdivia:
“En las circunstancias actuales, podemos decir que la Providencia, siempre benéfica, ha separado la agricultura hacia el sur, con la fertilísima abundancia que contienen sus provincias, dejando al norte las riquezas minerales, porque los trabajos del día florecen en las diputaciones del norte. Pero e realidad, así como estas regiones son bastantes fecundas en producciones vegetales, también el sur es abundante en minas. Aquí fue donde primero se dicen establecidas dos casas de moneda, una en Osorno y otra en Valdivia, De estas regiones principalmente producían sólo las encomiendas de Pedro de Valdivia ciento veinte mil ducados al año…” (Juan Egaña, Mineria y metalurgia colonial en el reyno de Chile, Gastón Fernandez Montero editor, Santiago, 1803, p. 27 a 28).
La faena de Ponzuelo pudo durar unos 40 ó 50 años. Lo que se sabe es que hacía 1.600, se produjo un levantamiento williche y los explotadores de las minas de Ponzuelo debieron huir a Osorno, que también resultó destruida y abandonada. Y a partir que este momento, se pierde el rastro de toda actividad minera relacionada al oro en la región y aparentemente, nunca más se recuperó. Aunque quedó la leyenda de que ante el sorpresivo ataque, los españoles osorninos, tuvieron que enterrar el oro de Ponzuelo acumulado, tirarlo a pozos o a túneles antes de huir. Luego, muchos años después, los alemanes habrían construido sus casas sobre estos verdaderos “entierros”.
A mediados del siglo XIX, en efecto, circulaba la noticia de la inmensa riqueza en oro aportada del Ponzuelo.
Entre 1548 a 1553 Rodrigo de Quiroga ocupó varios cargos en la administración de Santiago de Chile. En uno de sus dos periodos de gobernador, alcanzó grados notables en el nivel de las finanzas fiscales debido precisamente a la producción de Ponzuelo. De acuerdo a Claudio Gay,
“…al cabo entró el tesoro en fondos, y con ellos la autoridad en obras de general aprovechamiento, porque como no aparecían ya en el país indios de guerra, mientras que en Santiago se tomaron con nuevo empeño los trabajos de la catedral, de la casa del concejo, el laboreo de la minas, etc., el activo Pedro de Villagra encargaba a todos los corregidores de su gobernación que cada cual en su distrito concurriera estimulando, ya la industria, ya el comercio, según que la localidad lo permitiera. Así, en breve se vio un no esperado desarrollo en la agricultura de la fértil Imperial; Villarrica respondiendo a su nombre con toda suerte de tesoros; Valdivia sacando de la Madre de Dios abundante y riquísimo oro, y solicitando su cabildo que el Rey le concediera el privilegio de asentar en su casco casa de moneda; Osorno acrecentando el número de talleres, y enriqueciéndose también con su preciosa mina de Ponzuelo” (Claudio Gay, Historia fisica y politica de Chile segun documentos adquiridos en esta republica durante doce años de residencia en ella y publicada bajo los auspicios del supremo gobierno, Paris : En casa del autor; Chile, en el Museo de historia natural de Santiago, 1844, p. 9).
De acuerdo al ya citado Claudio Gay, hacia 1750, Rodrigo de Quiroga junto a su fuerza militar en viaje a las provincias del Sur, se desplazó hasta Osorno,
“…para ver por sí mismo, á mas de su escelente fábrica de paños y de linos, la famosísima mina, llamada de Ponzuelo, de oro tan obrizo que á peticion de Francisco Castañeda hubo que ligar la pesa con seis quilates menos que el que se extraia de los demas números, para que el comercio corriera igual, como que los numularios comenzaban á no querer sino el oro de Ponzuelo” (Claudio Gay, Historia fisica y politica de Chile segun documentos adquiridos en esta republica durante doce años de residencia en ella y publicada bajo los auspicios del supremo gobierno, Paris : En casa del autor; Chile, en el Museo de historia natural de Santiago, 1844, pág. 79).
Por la misma época en que escribe Gay, el oro en el sur, particularmente el de Osorno y el de Río Negro, también preocupaba a la propia Cámara de Diputados. El 4 de setiembre de 1844, discutiendo una ley de minas para la ciudad de Concepción, uno de los representantes de la Cámara, el Sr. Gandarillas señaló:
“Es mui cierto lo que ha dicho el señor Diputado. Concepcion no necesita juez de minas; pero necesita un juez de hecho; sí, señor, necesita un juez para los juicios prácticos que están confiados a la decision de los particulares que no son jueces, que es lo que entretiene mas un juicio; yo opinaría porque en lugar de un juez de minas, hubiese un juez que conociese en 2.ª instancia en los juicios prácticos; porque allí se pelea sobre hechos, mas bien que sobre minas. Creo que estas indicaciones podrían redactarse en la indicacion que hizo el señor Ministro (Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile, Sesión de la Cámara de Diputados, en 4 de setiembre de 1844).
Inmediato a esta declaración, el Diputado Lira, por su parte, señaló,
Distintas son las indicaciones que se han hecho en órden al artículo en discusion; la primera supone que no hai minas en las provincias del Sur; i concediendo por un momento que así fuese, ¿cómo podrá asegurarse en la Sala que mañana no se descubrirán i mui ricas? Las leyes no pueden hacerse para un dia ni para dos. A mas de eso, yo he oído que las minas ricas de Osorno ocuparon en otro tiempo a nuestros trabajadores; he oido tambien que hai minas mui ricas en el Sur, pero que no se trabajan porque los habitantes mas bien se dedican a sacar el producto de la superficie de la tierra, producto mas seguro i mas pronto talvez. No siendo las leyes para el momento presente, sino para todos tiempos, es necesario dictarlas para todos casos. No sé si llegaría tiempo en que las minas de carbon pudiesen ocupar la atencion de un juez de minas, puesto que son mas productivas que las de oro, plata, cobre, etc., etc. lo que empeñará a muchos en trabajarlas, i por consiguiente, debe haber un juez para ese caso” (Sesiones de los Cuerpos Lejislativos, Id.)
A mediados del siglo XIX, Ignacio Domeyko, un geógrafo polaco contratado por el gobierno de Chile, constató que en el sur de Valdivia,
“La montaña de la costa siempre igualmente espesa, entretejida con cañaverales i fangosa, baja por un lado hasta la misma orilla de la mar; mientras por el lado del oriente se allana i se abre en la parte mas fértil i mas vistosa de la provincia de Valdivia, conocida bajo el nombre de los Llanos de Valdivia a donde se hallan los departamentos de la Union i de Osorno. Esta parte se encuentra en la prolongacion de la tercera rejion (*) que hemos señalado en los declives orientales de la Cordillera de la costa: con la diferencia de que en esta latitud mui abundante de lluvias, todas las lomas i los cerrillos se hallan en una primavera continua, verdes i susceptibles de un cultivo europeo. En esta parte tambien se hallan los famosos lavaderos de oro, que en el primer siglo de la conquista hicieron subir tan alto la prosperidad de las ciudades de Valdivia i de Osorno i ocasionaron su ruina espantosa. En la montaña desaparecen los pinos de la imponente araucaria; empero en su lugar se extienden mas al sur los alerzales que constituyen la principal riqueza de aquellas selvas” (Ignacio Domeyko, Araucanía y sus habitantes, Recuerdos de un viaje hecho o en las provincias meridionales de Chile, en los meses de enero i febrero de 1845, Santiago, Imprenta chilena, 1846, p. 34).
El alemán, Paul Treutler, que recorre la zona sur entre 1851 y 1863, reconoce que,
“Por desgracia, no pude visitar y reconocer las ricas minas auríferas de los alrededores de Osorno, donde los españoles habían obtenido tan grandes cantidades de este noble metal: era imposible por el estado de los caminos, que se encontraban anegados e intransitables. Todo lo que pude averiguar al respecto, coincidía con mi propia opinión de que había ricas vetas de cuarzo auríteio en la falda oriental de la Cordillera de la Costa, trabajadas antiguamente, y que, sobre todo, estaba cubierta con una capa aurífera la llanura completa cerca de Osorno, donde el oro aparecía en forma de polvo, paja y granos, a veces en trozos mayores. Millares de hoyos revelan que la tierra ha sido excavada, para ser en seguida lavada” (Treutler Paul, Andanzas de un aleman en Chile, Editorial del Pacífico, Santiago, 1958, p. 449 a 450).
Igualmente, a comienzos de la década de 1860, Manuel Antonio Ximenes Vargas, escribía en el Diario El Mercurio que,
“…se cree que exista el afamado mineral de Ponzuelos donde se asegura se encuentra enterrada la fabulosa suma de algunos pesos de buen oro que los beneficiadores no tuvieron tiempo de esportar o llevarse, siendo repentinamente apremiados por la sublevacion de los indios” (Manuel Antonio Ximenes Vargas, Osorno i sus lavaderos de Oro, El Mercurio, Nº 10. 255, 29 de octubre de 1861).
Y en una publicación posterior a la ya citada, el mismo Domeyko confirmó la noticia de la casa de moneda destinada a acuñar oro en Osorno, al señalar,
“En las tierras de Puelches [debe ser williches] hai riquísimas minas de cobre, de lapiz-lázuli. Particularmente abunda el oro; hubo casas de moneda en Valdivia i Osorno para amonedar el oro de estas provincias. Actualmente, los indios toman algun oro del que fácilmente encuentran i lo truecan a los españoles” (Ignacio Domeyko, Ensayo sobre los depósitos metalíferos de Chile, Imprenta Nacional, Santiago 1876, p. 123).
Hacia la década de 1880, el conocido historiador Benjamín Vicuña Mackenna, aunque es seguro que no visitó la región como lo hará un poco antes el geógrafo Ignacio Domeyko, señaló,
“…un hecho histórico comprobado… [es que]…el famoso mineral aurifero de Ponzuelos…[fue responsable de la]…casa de moneda, dos siglos antes que Santiago, i el único metal que allí se elaboraba era el oro. Es un hecho tambien averiguado que este metal pasaba, por su pureza i maleabilidad, como el mejor i mas obrizo del universo, al menos el que se esportaba por Valdivia…” (Benjamín Vicuña Mackenna, La edad de oro en Chile, Imprenta Cervantes, Santiago, 1881, p. 14).
Y casi a fines del siglo XIX, Francisco San Román, afirmó que,
“…por 1560, en Osorno, en Madre de Dios, Ponzuelo i otros puntos de aquellas tierras australes que en un año de labor rindieron un millon i doscientos mil pesos, i por el extremo opuesto, en Coquimbo, no ménos importantes depósitos auríferos” (Francisco San Román, Reseña industrial e histórica de la minería i metalurjia de Chile, Comisión directiva de la exposición de Minería i Metalurjia, Imprenta Nacional, Santiago, 1894 p. 7).
También a fines del siglo XIX, Francisco Solano Astaburuaga, se refería a Ponzuelo como una localidad perteneciente al Departamento de Río Negro,
“…situado entre los cerros de la banda izquierda del Río Negro, afluente del Rahue, y al lado norte de Maipué, distando como 35 kilómetros hacia el SO de la ciudad de Osorno. En él se trabajaron las celebradas y ricas minas de oro de su título, cuyos vestigios atestiguan la extensión é importancia de sus antiguas labores. Fueron descubiertas al principiar el año 1561, poco después de la fundación de esa ciudad y contribuyeron mucho á su primitivo acrecentamiento. El oro, además de haber sido muy abundante, era el más obrizo y puro de los de Chile y casi no se diferenciaba del verdaderamente acendrado. Este mineral quedó abandonado desde el asedio de dicha ciudad por los indios en 1599, que la destruyeron, hasta olvidarse en los años posteriores el sitio que él ocupaba, y aun después del tiempo en que el historiador Córdoba y Figueroa decía por el año 1745 ´el pago (distrito) de su situación hoi se ignora´” (Francisco Solano Asta buruaga, Diccionario Geográfico de la República de Chile, Santiago, 1899, p. 569)
A comienzos del siglo XX, en 1901, Lisandro Adriazola descubrió una veta de plata y cobre en la zona de Ponzuelo. Y encargó a Gerardo Linch, hiciera un estudio de la factibilidad de explotación minera. Linch, en un informe fechado en 1912, dejó señalado que,
“…los famosos lavaderos de oro denominados “PONZUELOS” en los cuales, según la tradición, trabajaban 10 mil indios en la extracción del oro y del cual salian pepas en general del peso de tres gramos, y el mal trato que daban los españoles a los indigenas ocupados en esta faena, fueron motivos para que se produjera un levantamiento general de éstos y que tuvieron por resultado la desocupación y destrucción de varios pueblos, entre ellos Osorno, y junto con ésto la ruina de la conquista española en la región, y la total paralización de los lavaderos de oro; por esto que los indigenas quedaron dueños y señores de esa comarca con la ausencia de los agresores, los españoles” (Gerardo Linch, Informe del mineral y lavaderos de oro de Ponzuelos, Osorno, 1912).
Además del informe, Linch aprovechó la oportunidad de realizar un levantamiento de la localización exacta de lo que él creyó había estado la faena principal de Ponzuelo:
Finalmente, el cura Gabriel Guarda que escribe fundamentalmente durante la segunda mitad del siglo XX, igualmente reconoce la existencia de Ponzuelo. Señala que la minería de la época colonial se,
“…caracterizada antes por los famosos lavaderos de Madre de Dios, inmediatamente al norte de Valdivia, y Ponzuelos, en la margen izquierda del río Negro, al sur de Osorno, se mantiene vedada a los vecinos de la jurisdicción por disposiciones expresas de la Corona. Es notable el cumplimiento estricto de estas prescripciones…” (Gabriel Guarda, La Economía de Chile austral antes de la colonización alemana. 1645-1850, Universidad Austral de Chile, Valdivia, 1973, p. 41).
Aunque parece que actualmente es difícil encontrar oro en Ponzuelo, igualmente sigue siendo un dato interesante desde el punto de vista del patrimonio cultural, también del turismo de intereses especiales.
Por otro lado, las faenas de Ponzuelo y todas las demás manifestaciones de pequeños lavaderos desperdigados por todo el territorio williche, en Río Negro, en Purranque o incluso en Hueyusca, también son responsables de la gran cantidad de leyendas vinculadas a la extracción o entierros y oros perdidos. Y todavía, quizá debido a la acción “cristianizadora”, en la gran mayoría de leyendas igualmente se observa la presencia del “diablo” capturando almas a través de pactos o “enpautamientos”.